La Anticoncepción desde lo Político

La Anticoncepción desde lo Político

Hay una cantidad enorme de mujeres que toman algún tipo de anticoncepción hormonal.  El poder de decidir sobre nuestros cuerpos y prevenir un embarazo no deseado es un derecho de todas, y gracias a los anticonceptivos muchas mujeres tienen este poder en un contexto en el que los condones no son económicamente asequibles y la población en general no ha podido acceder a una educación sexual.  Sin embargo, hay mucha desinformación sobre los métodos hormonales y la mayoría de mujeres que toman anticonceptivos lo hacen para tratar otros síntomas y no para evitar un embarazo en sí.  Se recetan a chicas cada vez más jóvenes, a menudo antes de que sus ciclos se establezcan de forma regular, y casi siempre sin explicarles cómo funcionan y cuáles son sus efectos.

¿Qué es lo que hace la anticoncepción hormonal a un cuerpo menstruante? Detiene el ciclo totalmente, interrumpiendo la producción natural de hormonas reproductivas. Esto quizás no parece gran cosa, pero la comunicación entre el sistema nervioso y el aparato reproductor mediante las hormonas es algo que afecta a todo el cuerpo. Cortar esta comunicación y añadir al cuerpo hormonas sintéticas hace que el cuerpo pierda el contacto con su funcionamiento natural. Esta “solución” ofrecida ante cualquier irregularidad (sea un dolor menstrual o sangrados abundantes a miomas uterinos o el síndrome de ovarios poliquísticos), no pone fin a ningún desequilibrio, sino que más bien lo esconde debajo de una alfombra y dibuja un supuesto equilibrio superficial encima. El 60% de consumidoras de la píldora anticonceptiva empiezan a tomarla para paliar una molestia en su ciclo, no para evitar el embarazo. Con esta píldora el ciclo hormonal es totalmente falso, provoca un sangrado una vez al mes y aparentemente parece que se ha solucionado su problema; pero al dejar de tomarla, el desequilibrio que causaba la molestia sigue ahí, y muchas veces incluso ha empeorado.

Consideremos por un momento esto último. Todos y cada uno de los llamados trastornos del sistema reproductor femenino son tratados por la medicina alopática paralizando todas las funciones de este sistema. Y ello sin buscar la causa del problema, sin diferenciar entre síntomas, sin identificar el desequilibrio hormonal para reajustarlo o para ayudar al cuerpo a estabilizarse. No, directamente se detiene toda la producción de hormonas sexuales, así como toda función del útero y de los ovarios. Y todo esto sin ofrecer ni considerar alternativas.

Millones y millones de mujeres con algún desajuste en el ciclo, en lugar de recibir información sobre las causas del mismo u opciones para mejorarlo, simplemente reciben la prescripción de tomar anticonceptivos.

¿Acaso no hay posibilidades en el mundo para investigar sobre cómo tratar efectivamente estas condiciones? Si a todas las personas con trastornos digestivos, en lugar de hacerles pruebas para recetarles el medicamento adecuado que pueda mejorar la función de su estómago, les dieran una pastilla universal que apague este sistema y haga que dejen completamente de comer y de ir al baño, nos parecería muy ridículo e incluso indignante. Y mucho menos pensaríamos que lo normal sería tomarlas durante décadas sin parar. Pues con la anticoncepción hormonal pasa exactamente esto, solo que únicamente afecta a las mujeres.

Hay varios tipos de contracepción hormonal: la píldora, el parche, el anillo, DIUs, inyecciones… y dentro de cada tipo hay variaciones. Existen los que usan versiones sintéticas de estrógeno y progesterona, las hormonas sexuales femeninas para engañar al cuerpo, y los que solo usan uno u otro. En el cuerpo cíclico, tanto estrógeno como progesterona juegan papeles importantes, aumentan y disminuyen a lo largo del ciclo para provocar la ovulación y la menstruación. Estas hormonas reproductivas también influyen enormemente en nuestros estados anímicos, notablemente en la estabilidad emocional, la concentración, la motivación y la irritabilidad entre otras cosas. Las hormonas sintéticas, en lugar de subir y bajar de manera fluida a lo largo del mes, son proporcionadas al cuerpo siempre en la misma cantidad, todos los días. El estrógeno nunca sube lo suficiente para provocar la ovulación y la presencia constante de progesterona convence al cuerpo de que ya está embarazado, para producir un tapón mucoso en el cuello del útero que inhibe la entrada de espermatozoides.

Entonces, teniendo la misma cantidad de hormonas sexuales en nuestros cuerpos todos los días, pasamos de ser cíclicas a ser lineales. No tenemos este subidón de motivación alrededor del momento de la ovulación, ni esas ganas innatas de descansar y cuidarnos cuando nos acercamos a la menstruación. Nos encontramos en un estado menos cambiante, algo que nos aleja de nuestra naturaleza y nos acerca a un modelo de productividad que predomina en la sociedad occidental moderna. En esta sociedad el acto de menstruar se ve como una debilidad, solemos rechazar esta oportunidad tan indicada para parar y reflexionar. Se puede argumentar que, si permitiéramos descansar nuestro cuerpo cuando lo necesita, esto aportaría mucho a nuestra salud y a nuestras diferentes capacidades a lo largo del ciclo. 

El hecho de no permitirnos cuidarnos, o el desconectarnos de nuestros cuerpos y nuestras necesidades, son cosas que benefician enormemente al mundo capitalista patriarcal, del que muchas tenemos la necesidad de salir.  Mujeres que llevan muchos años tomando la píldora o usando el anillo comentan que se sientan apagadas, estáticas, sin ganas ni entusiasmo.

Aparte de todas las implicaciones emocionales que conlleva esta desconexión del ciclo natural del cuerpo, la intervención química tiene muchos efectos adversos de los que no se nos suele informar. Al suprimir el estrógeno natural, la densidad de los huesos disminuye, debilitando el cuerpo en general y pudiendo causar osteoporosis. El riesgo de padecer cáncer cervical, de mama o de hígado aumenta, y en el caso de las píldoras con altos niveles de estrógeno sintético, el riesgo puede ser de hasta un 50%. También aumenta de tres a cinco veces el riesgo de coágulos sanguíneos y trombosis, algo que puede ser muy peligroso. En personas que fuman o que tienen la presión alta este riesgo se multiplica aún más. Cambia la flora del tracto intestinal, como hacen los antibióticos, causando en muchos casos condiciones autoinmunes, inflamatorios, o digestivos. Otros efectos incluyen aumento de peso, sensación de hinchazón, migrañas y falta de líbido.

El efecto de la ausencia de hormonas naturales sobre la líbido por sí solo puede causar una amplia gama de problemas psicológicos como depresión, apatía y rechazo hacia el propio cuerpo. Al estar menos conectada con todo el autoconocimiento que ofrece el ciclo femenino, es probable que una persona en esa situación sienta que le faltan las capacidades comunicativas necesarias para expresarse, pudiendo esto perjudicar sus relaciones. Una también se encuentra desconectada de sus instintos más animales, ya que existen estudios que muestran que el uso de anticonceptivos hormonales cambia la percepción de los olores de las personas e influye en qué tipo de cualidades nos atraen o no de otras personas. 

En este sentido, se realizó un interesante estudio sobre la píldora anticonceptiva con un grupo de monos que vivían en una estructura social marcada, en la que el macho alfa solamente practicaba sexo con la hembra alfa. Cuando los científicos dieron a la mona alfa anticoncepción hormonal, el mono alfa dejó de estar interesado en ella y empezó a practicar sexo con las demás monas. Cuando también dieron las pastillas al resto de monas del grupo, los machos tardaron poco en empezar a tener relaciones homosexuales entre ellos. Al dejar de suministrar pastillas a las monas, todo volvió poco a poco a la situación original.

Es uno de muchos ejemplos que nos puede ayudar a entender lo grande que es el efecto de los anticonceptivos hormonales. Es importante mencionar aquí que en el caso de las mujeres que dejan de tomar los anticonceptivos después de un tiempo, tardan meses o incluso años en recuperar un ciclo menstrual estable, y muchas veces sufren periodos de depresión o ansiedad. También es común un efecto rebote, que ocurre generalmente de cuatro a seis meses de hablarlos dejado, en que se desequilibran los andrógenos, las hormonas sexuales masculinas, posiblemente causando pérdida de cabello, exceso de vello facial o corporal, dolor vaginal, candidiasis y migrañas.

Desde hace más de dos décadas, cada cierto tiempo suelen aparecer noticias sobre un nuevo anticonceptivo para hombres, pero siempre acaba descartándose su comercialización porque sus efectos secundarios son demasiados perjudiciales. A este respecto, es necesario cuestionar si los efectos secundarios de las pastillas que toman nuestras amigas y hermanas todos los días durante años son o no son demasiados perjudiciales, y si estos efectos realmente compensan no tener que comprar preservativos. También es necesario reflexionar sobre por qué se pone en peligro la salud física y mental de una persona que puede quedar embarazada durante pocos días del ciclo (y aun así normalmente solo una vez cada año y medio como máximo), en lugar de orientar la anticoncepción a la persona que tiene la posibilidad de generar embarazos todos los días, desde la pubertad hasta la muerte.

Las instituciones médicas no nos lo dicen y la mayoría de las personas profesionales de la salud ni siquiera lo saben, pero hay alternativas.  Es posible conocer  tu cuerpo y  tu ciclo, tratando los desequilibrios específicos con distintas terapias, en lugar de apagar una parte entera de tu cuerpo.

Tabitha Learn